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miércoles, diciembre 26

La evolución de la evaluación: Examen cooperativo del trimestre

  Para finalizar el trimestre he realizado a mis alumnos una prueba o examen cooperativo, es decir, han respondido a las preguntas consensuando entre los 3 o 4 miembros del grupo la respuesta que iban a escribir, o la manera en la que iban a realizar el ejercicio, antes de hacerlo.

  Es una manera de evaluar que ya utilicé el curso pasado y que me parece muy positiva, pero que en principio no resulta atractiva para todos los alumnos y de la que creo que no es bueno abusar. Si todos los exámenes del curso se hiciesen de forma cooperativa, corremos el riesgo de que algunos alumnos reduzcan en exceso su preparación previa ante la confianza en el trabajo del resto del grupo, o que otros se cansen de ser siempre los que tiran del carro y no quieran esforzarse al máximo. De ahí la razón de que solo realice este tipo de pruebas una vez por trimestre.

  Ante todo, resulta imprescindible que se haya trabajado de forma cooperativa antes en el trimestre, haciendo actividades de clase y aprovechando esos momentos para enseñarles a compartir ideas, respetar opiniones, debatir resultados, pedir ayuda a los compañeros o tomar decisiones, para que aprecien el beneficio del trabajo cooperativo. En estas actividades de aula es en las que tenemos que observar su método de trabajo y enseñarles a poner en común sus ideas, debatirlas y actuar posteriormente, de forma coordinada y reflexiva. La tendencia inicial si no han trabajado antes en cooperativo, es a resolver cada uno por su lado un ejercicio, y después comparar el resultado. Generalmente cada uno cree que el suyo está bien y ninguno quiere revisar sus cálculos. De ahí que el trabajo previo en cooperativo resulta necesario para mejorar el proceso y el resultado de las pruebas.

  Es muy importante la labor pedagógica previa y posiblemente también posterior al examen respecto a la figura del beneficiado y el perjudicado en este tipo de pruebas. Aunque realicemos la prueba cooperativa con alumnos de 1º ESO, casi niños aún, el perfil competitivo está muy arraigado en ellos, y más todavía en los exámenes, de modo que su idea de partida, va a ser que unos alumnos se beneficiarán de lo que saben algunos del grupo y estos últimos, se verán perjudicados porque tendrán hacer los ejercicios y además explicar al resto los mismos. 
  Aquí es cuando es muy importante explicarles que solo hay beneficiados, unos directamente, porque el resultado cuantitativo de su calificación es mayor que si hubiesen hecho la prueba solos, además de aprender durante la prueba, y otros indirectamente o a medio y largo plazo porque es innegable que el debatir, acordar y explicar son procesos de aprendizaje de orden superior al hecho de exponer de forma individual unos conocimientos previos. Sin tener en cuenta que casi nunca un alumno o alumna posee todos los conocimientos y al plasmarlos en un papel, negro sobre blanco, puede también recibir ayuda del resto de compañeros del grupo.
  
  Otro aspecto importante es el de la creación de los grupos. Este tipo de actividades deben hacerse una vez que conocemos el perfil tanto personal como académico del grupo de alumnos que tenemos, tratando de realizar grupos equilibrados en todos los aspectos. Tan importante es que en cada grupo haya alguien que pueda marcar la pauta en lo académico como que no juntemos en un mismo grupo dos personalidades incompatibles que arruinen el trabajo del equipo.

  Este año he introducido un pequeño cambio en la actividad, añadiendo al final dos preguntas que cada alumno debe realizar de forma individual. De esta manera creo que cada alumno tiene la oportunidad de marcar su pequeña diferencia o de mostrar al profesor que el también ha trabajado, se ha preparado y puede resolver problemas por sí mismo.

  Hay mucho y muy buen material publicado respecto a esta manera de evaluar, como los artículos escritos en sus blogs por mis queridos compañeros de Math-Team, Juan Francisco Hernández, Isabel García o Alejandro Gallardo, que nos sirven de ayuda para llevarlo a nuestro aula y darle después nuestro sello personal. 
  En mi caso, yo les entrego a cada grupo los ejercicios repartidos en tres o cuatro hojas y hasta que no acaban una, no les doy la siguiente. De esta forma se centran en resolver las actividades, una o dos, de esa hoja, en lugar de repartirse el trabajo con la idea avanzar más deprisa en la resolución del examen. Si el grupo se encuentra con todos los ejercicios al tiempo suelen intentar resolver cada uno de ellos un ejercicio para ganar tiempo, pero entonces no conseguimos nuestro objetivo de trabajo cooperativo. 
  Debemos tener en cuenta que actuando de esta manera, el tiempo que necesitan para resolver los ejercicios o problemas es mayor que el que utilizan de forma individual. Cuando el trabajo es individual, nadie les dice si lo que han hecho está bien o mal y no tienen que debatir, convencer ni explicar, pasando al siguiente ejercicio, por lo que avanzan más deprisa. 
  El tema del tiempo es importante, y creo que debemos ser flexibles en este aspecto, atendiendo a la diversidad una vez más, y dando a cada grupo el tiempo que necesiten dentro de unos márgenes. Posiblemente debamos de planificar la posibilidad de dedicar más de una sesión de 50 minutos a este tipo de pruebas para no perjudicar el trabajo de alguno de los grupos por culpa de las prisas de última hora. Si los equipos trabajan sin la presión excesiva del tiempo, su resultado final será mucho mejor y su experiencia personal de la actividad, más positiva.

  Para asignar una calificación a cada alumno, después de acabar cada hoja, hago un sorteo y recojo solamente la de un miembro del grupo, asignando la calificación de los ejercicios de esa hoja a todos los miembros del grupo. Pero no recojo todas las hojas al mismo alumno, sino que me llevo al menos una hoja de cada miembro, para que durante la prueba todos se esfuercen en hacerlo lo mejor posible, sabiendo que parte de su trabajo va a servir para valorar el trabajo del equipo.




  De la primera experiencia de este tipo en este curso me llevo dos momentos, además de la satisfacción que supone ver como trabajan codo con codo en busca de un resultado común, y son dos momentos que se han vivido durante las pruebas.
  El primero es oir a una alumna decirle a un compañero sin darse cuenta que yo desde otro punto de la clase la estaba oyendo: "Pero lo importante es que entiendas como hay que hacerlo, no que copies la solución del ejercicio. Mira, te explico cómo se hace..." Solo por este momento ya había merecido la pena la actividad. 
  El segundo es el sonido ambiente que se escuchaba durante la prueba. Era emocionante oir como se mezclaban varias conversaciones en tono medio sobre la manera en la que debían resolver un ejercicio, o de los resultados que iban saliendo durante la resolución. El ambiente de concentración absoluta me dejó muy satisfecho porque sentía que en aquel momento estaban aprendiendo.
  Tanto me estaba gustando que grabé un audio que os dejo a continuación. Podríamos decir que "así suena el aprendizaje cooperativo":


  Como habéis podido comprobar, se escucha una mezcla de conversaciones en un tono moderado y cordial. Me dejó sorprendido y algo emocionado el ambiente de concentración y generosidad que se vivió durante toda la prueba. Sin duda repetiré en la segunda evaluación esta forma de evaluar, y os animo a llevar a cabo algo parecido en vuestras clases.
 Espero que poco a poco vayamos cambiando la evaluación. Creo que es una puerta al cambio general de la educación que muchos deseamos por el bien de nuestros jóvenes.








  

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